jueves, 22 de abril de 2010

Las despedidas


" Las despedidas son esos dolores dulces " me dijeron a modo de consuelo, mil veces o más. Pero...¿Dolores dulces?, que paradoja. El dolor de una despedida es el vacío mismo y de la mano: la incertidumbre.
Nos vamos y con los ojos húmedos decimos " Nos vemos pronto ", deseando una cinta para atar el tiempo y detenerlo en eterno presente. Si nos toca despedir a nuestra mitad el vacío es el doble y generalmente lo acompañamos de un " Acá voy a estar bien, te lo prometo " y al fín, mentimos.
Una vez que sufrimos una despedida infinitas veces cuando cruzamos por una terminal, vemos una valija con dos personas despidiéndose, nos corre un frío por el cuerpo por que somos conscientes de lo que todo eso incluye. En mi caso, odio las despedidas y las terminales; solo me gustan cuando la certeza de volverlo a ver me invade en cuerpo, cuando me mira y promete recordarme el camino de regreso.
Muchos confunden que la cantidad de despedidas con el tiempo equivale a acostumbrarse y ya no sentir nada al decir "Nos vemos pronto", pero no...pareciera que cada vez se acentúa más, como la primera vez. Y cuando llega la hora de dar el paso, nos invaden dos sensaciones: resignación y dar el paso o correr para quedarnos en algun lugar, para siempre.

" Hasta entonces nunca me habian aterrado de esta forma los aeropuertos, llename de abrazos, llename de besos...creo que anunciaron tu vuelo " (Ismael Serrano - El camino de regreso)

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