domingo, 29 de marzo de 2009

Autobiografía

Como nací en la época donde la "nueva" democracia daba sus primeros pasos, puedo recordar a un presidente promulgando las leyes de Olvido y Punto Final. Años más tarde y a modo de curiosidad comenzé a plantearme al respecto, más ¿por qué? que el común de los niños en esa edad.
Paradójicamente la televisión me mostraba la realidad que como niña quería (y debía) ver. Cuando el reloj marcaba las 17:30Hs un barrio quedaba desierto de ruidos, bicicletas y toda la revolución que a esa edad ofrecemos en cada sitio donde pisamos, para sentarnos a ver Chiquititas y fantasear padres e hijos con la utopía de transladar lo que el argumento del programa planteaba, a todas las calles donde la realidad nos mostraba otra cosa.
Ligado a esos recuerdos aparecen otros: esperar que la bandera del colegio llegue a su punto máximo porque sabía que afuera me esperaba una mano conocida como era la de mi papá, para sumergirme en un mundo maravilloso: la disquería; ya sea para comprar el último y más comercial cassette o a la eterna María Elena Walsh con los clásicos de siempre.
Cómo olvidar las escapadas en bicicleta a la biblioteca del pueblo para buscar y hasta releer mil veces a Mafalda. Pero un día decidí dar un giro a las mismas propuestas de lectura infantil de siempre: traje a casa el libro " El golpe y los chicos", material que dejó las puertas abiertas a formular mi pensamiento crítico y al fin entender a esas extrañas (hasta el momento) mujeres de pañuelos blancos que veía por televisión circular en ronda todos los Jueves.
Nací en la década de los 90 donde las primeras computadoras no nos ataban como único pasatiempos posible, donde el colegio era un lugar placentero y la maestra una segunda madre...ni más ni menos.

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